Pies

La primera, pensamos, era una llamada telefónica inocente, si bien un tanto fuera de lo común. Un miembro del teleauditorio quería ver un pie de la conductora de aquel programa de revista del cable canal. Intirgada, la conductora y modelo accedió. Al fin, ¿que tanto es un pie?

Después llegaron otras llamadas. Siempre el mismo sujeto. Siempre la misma petición. Siempre, ver los pies desnudos de las conductoras. Más adelante supimos que no era el único programa al que llamaba. Programas de noticias, de entrevistas, de revista, de música... tú dilo. El tipo quería ver pies desnudos. En tele de paga, en tele abierta... pies desnudos de mujeres por favor. Tampoco había horario de preferencia. "¿Le puede decir a ______ que enseñe un pie?"

La intriga y bonachona curiosidad dio pie (sì, dio pie) al miedo. ¿Era un fetiche? ¿Qué haría este hombre al ver los pies desnudos, sólo en su casa? Al contestar más y más llamadas, uno no podía dejar de notar el tono lascivo en que pedía la desnudez de los pies, detalle que en primera instancia había pasado desapercibido. Y entonces el pudor se extendía a estas inferiores extremidades.

Después me di cuenta que no había perversión en el asunto. De hecho, me hizo darme cuenta de la belleza estética de los pies. Ahora, los pies son algunas de las cosas en las que me fijo del sexo opuesto, después de las orejas. Mmm.